La importancia del juego para unir a una comunidad

VIVIR EN COMUNIDAD
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A lo largo de la historia, diferentes culturas han expresado el placer de la conexión a través de los juegos, las carreras y las competiciones. Divertirse de esta manera, crea conexiones profundas y aminora los conflictos. Gentes de todo el mundo siempre han ideado todo tipo de modalidades divertidas poner de manifiesto, en su propia cultura, este tipo de conexión.
También el pueblo damanhuriano desde hace tiempo, ha explorado esta modalidad, jugando y divirtiéndose como medio de conexión de la gente y los grupos. Le damos valor a vivir con humor y no tomarse todo demasiado en serio. Tenemos el Juego de la Vida, que desde 1983 hace que esté vivo el espíritu del juego en nuestras vidas y en nuestros corazones. Hemos tenido competiciones históricas, como las realizadas en la playa de Gargano al sur de Italia o las Horusiadas (una especie de olimpiadas de verano) en Damanhur. Y ahora, también tenemos un nuevo espacio en Damjl llamado la “Ludoteca” (Giocoteca), donde se puede jugar y meterse en el juego. Los martes por la tarde, en el núcleo comunidad Magilla, puedes escoger el desafío que se adapte más a ti, entre juegos de mesa, videojuegos, futbol y el encarnizado volleyball.
Pensando en el valor del juego, recuerdo que siendo una niña fui a visitar mis parientes a Taiwan y casi todas las noches después de la cena, jugaban al juego de mesa Mahjong, un juego chino donde ganas puntos y algo de dinero si creas una buena combinación de piezas, parecidas a las del dominó. Mis abuelos y tíos, permanecían sentados durante horas, divididos en mesas de cuatro, cogiendo y colocando las piezas, produciendo ese peculiar sonido click-clack. Yo me preguntaba ¿por qué pasan tanto tiempo jugando a este juego? Era un rito inmudable, una prioridad absoluta.
A veces jugaba con ellos y ¡a menudo ganaba! Y empecé a entender la fascinación del Mahjong, su magia. Gradualmente entras en conexión con los otros jugadores, en una red de pensamiento telepático, navegando con estrategia y velocidad. A veces la sincronicidad hacía que formases combinaciones increíbles con las piezas puestas, pasando de una persona a otra. En el fondo era una escuela chamánica velada, donde las piezas contenían interesantes elementos naturales como los vientos de las cuatro direcciones, diferentes clases de dragones (rojo, verde y blanco), las cuatro estaciones del año y cuatro flores (bambú, crisantemo, orquídea y la flor del ciruelo).
Esta experiencia de mi juventud me ha enseñado que dar espacio al juego te nutre, crea lazos, abre nuevas puertas y afina nuestros poderes perceptivos y mágicos.
Quaglia Cocco, Aprendiz de Befana
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