Un poder inesperado

VISIÓN ESPIRITUAL
He tenido la suerte de vivir algunas experiencias relacionadas con la muerte y con su inseparable compañera, la vida. En la filosofía damanhuriana, como en el pensamiento de civilizaciones antiguas y pueblos nativos, la muerte y la vida son caras de la misma moneda, ya que ambas son parte de un movimiento perpetuo hacia la renovación que empuja a cada ser. Pero una cosa es conocer conceptualmente algo, y otra es vivirla directamente en la propia piel: cuando esto ocurre la consciencia se transforma en experiencia y logra transmitir su verdadera esencia …
He encontrado la muerte la primera vez un caluroso día de verano, en el río. Estaba buscando un recodo del río tranquilo con un hermano damanhuriano que no sabía nadar, cuando caminando sobre las rocas al lado de una fuerte cascada, me caí por la fuerza del agua, en una estanque de agua excavado en la piedra. Las paredes de la roca alrededor eran lisas, sin forma para poder sujetarme, la corriente arrolladora del río se encauzaba en otra cascada, como a una decena de metros, del punto donde me caí, con un salto de 5 metros sobre las rocas. Me dí cuenta de que habría podido morir en el mismo instante en que me hundí en el agua. De repente, una profunda calma me invadió y saturó todas mis células. Después de haber rodado dentro del torrente, emergí a un par de metros de la siguiente cascada. La fuerza del agua me lanzaba contra las paredes lisas del embalse y me conducía, inexorablemente, hacia el próximo salto. En ese momento sucedió algo que jamás había experimentado en mi vida: sentí que algo dentro de mí se estaba “abriendo”, percibía que la vida y la muerte, tan unidas hasta entonces, se estaban separando y sentía abrirse de forma diferente estas dos direcciones, no solo dentro de mí, sino también a mi alrededor, como si todas las moléculas afectadas es este evento vibrasen bajo su influencia.
Esta sensación única, indescriptible y potente, carecía de cualquier tipo de debilidad, sufrimiento o miedo. Me apoyé sobre una piedra, inmóvil en el azotar de la corriente, sin que mi cuerpo tratase de oponer alguna resistencia por algunos, larguísimos, instantes. Creo haber experimentado la sensación de las hojas secas que flotan en medio de los remolinos del río, por el simple hecho de no ofrecer ningún tipo de resistencia en el agua. Lo único, que simplemente pensaba todo el tiempo era: “es cuestión de instantes”.
Entre tanto, mi amigo, que había pedido ayuda y estaba con otras personas que me veían reaparecer al lado de la cascada, se había acercado a mí con el fin de ofrecerme una mano, sujetado por los otros en cadena para no caer al agua también. Cuando me ha acercado su pie (los otros le tenían sujeto por los brazos) me he agarrado como si estuviera tocando un cristal delicado que podría romperse en cualquier momento. Sabía que si me hubiera aferrado con más decisión, me habría llevado la corriente. Han tirado de mí lenta y delicadamente. Sentí que se volvía a cerrar la película que unos instantes antes estaba casi completamente abierta: todo se volvió compacto y era de nuevo una sola cosa, unida a la realidad que me rodeaba.
Anteriormente a esta experiencia, ya había reflexionado sobre la muerte, porque en Damanhur nos preparamos a vivir este pasaje con consciencia, pero desde aquel día, algo ha cambiado para siempre. Sé que cuando la muerte se presente una fuerza enorme nacerá de mí y me permitirá vivir este tránsito con dulzura y firmeza. He sentido que la muerte despierta un poder adormecido dentro de nosotros, que espera solo poder manifestarse.
Espero que esta historia te permita indagar sobre la muerte desde una perspectiva nueva, y si tienes el gusto de compartir tu pensamiento o tus experiencias, escríbenos!.
Gracias.
Share | |||
Tweet |