Elegir nos hace libres ¿De verdad?

Cuando escuché esta afirmación por primera vez me pareció una locura: pensé que, al elegir algo, enseguida me faltaría algo más, aunque sólo fuese lo que no elegí. Después de una decisión como esta, me quedaría sólo con una posibilidad, la que elegí, y no con las demás y esa idea me ponía nerviosa.
Puede ser que se trate de un defecto mío, pero tengo la sensación, de no ser quizás la única.
Sin embargo, en nuestra vida cotidiana, siempre elegimos: elegimos quedarnos dónde estamos, seguir con el trabajo que hacemos, continuar con las relaciones que vivimos… ¿Esto son elecciones o costumbres?
A lo mejor estamos tan inmersos en la rutina cotidiana que ni siquiera nos preguntamos si las cosas que hacemos nos satisfacen o no. ¿O es que estamos demasiado cansados, o somos demasiado perezosos para pensar sobre qué pasaría, si algo cambiase? Si se trata de esto, entonces ¡es el momento de elegir!
Para eso tengo que comprender qué cosas son importantes en mi vida, qué cosas me hacen feliz de verdad.
Tengo que entender sobre qué valores baso mi vida y mis elecciones. En realidad es fácil, sólo tengo que observarme para ver en qué empleo mi tiempo.
Me ha ayudado el escribir a mano estos pensamientos, en un folio en blanco, y preguntarme: ¿por qué lo hago? ¿qué es lo que obtengo? y ¿qué es lo importante en mi vida?
Después, he hecho una lista de mis prioridades. Al teminarla y mirando mi escala de valores, no me he sentido satisfecha: la lista real era muy distinta de la ideal y por eso me he preguntado: ¿cómo puedo reducir la diferencia entre ambas?
¡Eligiendo! Elijo dar espacio a las cosas que quiero vivir, dar prioridad a las cosas que me dan felicidad cada día. Y así todo se ha vuelto fácil: ¡he elegido!
He comprendido que al elegir le doy una dirección a mi vida, elegir me hace libre. Libre de la incertidumbre, de la duda, porque hago lo que me hace feliz. Admito que hay cosas en mi vida que me cuestan más, pero igualmente las hago porque detrás hay un objetivo a lograr y en la base de ese objetivo hay una elección.
He experimentado una gran libertad gracias a la claridad obtenida.
Me parece como si hubiese conseguido algo “más” en vez de algo “menos”, ha liberado mi energía, la que usaba para convencerme de hacer lo que en realidad no quería –energías concretas- y me ha hecho más feliz.
He elegido hacer este ejercicio cada año (sobre la fecha de mi cumpleaños), para verificar si mis elecciones están aún alineadas con mis valores.
Me imagino cómo sería el mundo si las personas pudieran tener la posibilidad de elegir lo que quieren hacer, y de hacer efectivamente lo que les hace verdaderamente felices.
Que afortunada soy por tener esta oportunidad… Espero que también vosotros, que estáis leyendo estas líneas, seáis tan afortunados como yo ¡capaces de elegir y de ser felices!
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