Mi primera vez en los Templos de la Humanidad, 1a. parte

Nov 14, 17 Mi primera vez en los Templos de la Humanidad, 1a. parte

VISIÓN ESPIRITUAL

 

 

Tenía 21 años y nunca habría imaginado que detrás de aquella pequeña puerta de madera encontraría lo más extraordinario que había visto en mi vida…

Era el año 1984 y Falco Tarassaco nos había dicho que iríamos a visitar el lugar más importante de Damanhur. Subimos en coche y ascendimos por la cuesta que llevaba a Porta del Sole. Conocíamos esa comunidad y mientras llegábamos a la cima de la colina me preguntaba qué habría tan importante en ese núcleo, excepto el hecho de que por entonces era la sede del monasterio donde habitaban los primeros monjes.

Junto a la puerta de entrada descendimos del coche. Falco silbaba alegremente y nos precedía con paso veloz mientras nosotros, algo perplejos, le seguíamos. Giró alrededor de la casa (¡era mucho más pequeña que hoy en día!) y llegó delante de aquella pequeña, insignificante puerta de madera. En aquel momento pensé que nos estaba tomando el pelo, pero esperé a ver. Falco abrió la puerta y se metió por un espacio estrecho en penumbra que rodeaba la casa. Le seguimos intercambiándonos miradas de perplejidad hasta que se paró frente a unas repisas polvorientas sobre las que estaban apoyados objetos de trabajo igualmente polvorientos. Allí se giró para mirarnos.

Nunca olvidaré aquella mirada, estaba fuera del tiempo, como si nos mirase en el pasado y en el futuro al mismo tiempo… no es fácil describir esa sensación poco común, pero por otra parte, ¡Falco era una persona fuera de lo común!

Solo recuerdo que comencé a sudar, hacía calor, sí, pero sobre todo me sentía intranquila por lo extraña que era la situación. Falco tocó un punto impreciso en la pared y de repente, en la sólida estructura del muro, se abrió una grieta entre los ladrillos. No es suficiente decir que sentí estupor. Junto a aquella improbable puerta, que se abría en aquel asimismo improbable lugar, también dentro de mi cabeza algo se estaba abriendo con un sonoro “click” que rebotaba en las paredes de mi cerebro.

Aturdida le seguí por aquel pequeño pasillo, ignorante de lo que me sucedería una vez allí dentro. El pasillo estaba iluminado por lámparas colgadas en las paredes de un pequeño pasillo de ladrillos rosas, el aire era fresco y en el suelo algunos sacos llenos de rocas hacían difícil el paso… ¡estabamos dentro de la montaña!, continuamos caminando con la cabeza vacía (era imposible tener algún pensamiento en ese momento) cuando a mi derecha advertí un cuartito redondo … (continuará)

Formica Coriando

 

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