¿El esoterismo es todavía útil?

VISIÓN ESPIRITUAL
El valor y la necesidad del secreto
Cuando Falco Tarassaco hizo su aparición en los escenarios del Turín esotérico, al principio de los años setenta del siglo pasado, muchos esoteristas fruncieron el ceño. La ciudad de Turín, en torno a la que Damanhur se ha desarrollado, ha sido siempre una ciudad muy atenta a todo lo misterioso, oculto, paranormal y mágico. Turín, incluso hoy que es una metrópoli olímpica, multiétnica y abierta a mil culturas es, por vocación, una ciudad extremadamente reservada, poco llamativa, de pocas palabras, de carácter «esotérico». Junto a Lyon y a Praga es considerada una de las cumbres del triángulo de la magia blanca, mientras que con Londres y San Francisco compone el triángulo de la magia negra.
¿Verdadero? ¿Falso? Lo que es seguro, es que la ciudad siempre ha hospedado círculos de búsqueda y estudio ligados a distintos aspectos del esoterismo.
Cuando Falco empezó a hablar en público de su visión de la vida, de la magia, del esoterismo, suscitó mucha irritación en estos círculos, que estaban basados sobre el secreto: de ciertos temas ¡no se debe hablar!
Sin embargo, desde el principio Falco sostuvo que todo secreto puede ser revelado, que todo conocimiento puede ser compartido porque no tiene que ser un medio para ejercer un poder sino un camino para unir a las personas.
Por esto, habló de ritualidad, de leyes de la magia, de panteones divinos, del Grial, del Sudario y de objetos mágicos con la naturalidad y la sencillez que le eran propias y que luego se hicieron proverbiales. Damanhur y su Escuela de Meditación se desarrollaron, entonces como ahora, sobre el presupuesto de compartir una cultura esotérica y espiritual, en el sentido más amplio de estos términos, despojándola de aspectos misteriosos y secretos.
Esto, como hemos dicho, no le sirvió para hacer muchos amigos, especialmente entre los que se consideraban poseedores de grandes conocimientos, pero permitió que otros muchos de acercasen a temas que, hasta entonces, eran considerados por muy pocos.
Argumentos para poner en tela de juicio
El problema, a menudo, consiste en banalizar y en no comprender la profundidad de los temas que componen el conocimiento tradicional. No se puede hablar de Divinidad, de Mundos Madre, de Portales hacia otras dimensiones, con la misma ligereza con la que hablamos de fútbol, de cocina o de espectáculos. Y no se puede hacer tampoco simplemente por conversar, aunque sea de forma respetuosa pero puramente teórica. Se trata de temas que, por su propia naturaleza, hacen que las personas se impliquen, que den a luz reflexiones internas y necesidad de saber más.., a menos, naturalmente, que se limiten a animar un espacio cultural, en el que mostrar la profunda preparación de unos y suscitar admiración de los demás.
Desde este punto de vista el esoterismo todavía es útil. No para mantener el secreto sobre determinados argumentos, sino para enseñarles a las personas a medirse a través de la reflexión sobre uno mismo: no es para preguntarse «¿qué es un Espíritu de la Naturaleza?» sino para inquirir «¿qué cambiaría en mí si pudiera ponerme en contacto con un Espíritu de la Naturaleza?
El esoterismo según Damanhur no es un conjunto de argumentos secretos, como en realidad afirman los esotericos clásicos; es un conjunto de argumentos que se pueden afrontar, si se pone en tela de juicio a uno mismo, con la disponibilidad de ser tocado hasta el punto de modificar los propios puntos de vista sobre la vida.
¿Y el misterio?
El esoterismo no tiene que ser tampoco confundido con «lo que no conocemos.» El ser reservado es una manera de acercarse a los argumentos, no porque se ame el secreto sino porque la aproximación a temas importantes se hace con la conciencia de que se trata de asuntos que transforman a las personas.
«Lo que no conocemos», lo que tenemos aún que descubrir, el desafío de darse cuenta de cuántos aspectos de la vida nos son aún desconocidos, forma parte de la atención que tenemos que dirigir hacia las cosas. La fortuna de los damanhurianos es que siempre hay una parte desconocida por descubrir, cerca y lejos de nosotros. Y que no siempre hay alguien que ya la conozca y nos la revele, sino que tenemos que descubrirla nosostros. El esoterismo es un misterio que aún tiene que ser descubierto. Descubrirlo significa comprenderlo.
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