¿Más cercanos a los animales o a los árboles?

VISIÓN ESPIRITUAL
La ciencia indica con claridad que nuestros parientes más cercanos son los animales, estando emparentados con los primates, con los cetáceos y con todos los mamíferos. Además, y sin querer incomodar a la teoría de la evolución, formamos parte del reino animal y, puesto que nos reproducimos sexualmente y tenemos capacidad de movimiento y de comunicación, todo hace suponer nuestra mayor proximidad con ellos. Y aún hay más: nuestros mejores amigos son los perros y los gatos, los pajaritos y los animales de granja. Por lo tanto, ¿cómo dudar que la especie más cercana a la nuestra sea la zoológica?
Falco Tarassaco enseñaba que existen algunas especies animales que, al igual que los humanos, han desarrollado la característica de alojar la chispa divina y de ser puentes entre la dimensión material y la divina: es decir, que han “estabilizado” la conciencia de formar parte de un equilibrio más amplio. Elefantes, cetáceos, tortugas, serían por lo tanto o estarían a punto de ser, criaturas que comparten con nosotros una parte importante en la evolución planetaria. Pero, decía Falco, su programa de crecimiento está tan bien definido y referido solo «a ellos» que excluye una relación sensible con los seres humanos: pueden ser nuestros amigos, reconocernos como tales pero no comparten experiencias de crecimiento espiritual con nosotros.
¿Y las plantas?
La simbiosis del alma con el mundo vegetal representa mucho más que el mero respeto por una especie viva. Cuando estamos en un bosque, en un prado o en un pinar cerca del mar, entramos en contacto con la vegetación: los pensamientos, la energía, la atmósfera que podemos percibir del entorno provienen de árboles, arbustos y plantas.
En este blog, a menudo hablamos de la sensibilidad del mundo vegetal, de la música de las plantas, de la orientación de los árboles y de todos los demás campos de investigación relacionados con el mundo vegetal, que Damanhur dirige y ofrece a las personas interesadas.
En Damanhur, es una experiencia usual el sentarse bajo un árbol para compartir con esa planta emociones y pensamientos, quizá habiéndolo elegido como confidente y consejero. Sí, consejero, porque es también una experiencia común la de recibir inspiración, respuestas a preguntas y soluciones a problemas, precisamente mientras se está en contacto con una planta.
¿Qué podemos hacer para mantener vivo este “parentesco espiritual?
Para aquellos que están más distraídos, un paso importante sería simplemente darse cuenta de que las plantas viven y aprender a no golpearlas cada vez que se pasa a su lado, a regarlas regularmente, a considerarlas como criaturas vivas y no sólo como adornos. Acordarse por la mañana de saludarlas con el pensamiento de vez en cuando.
Para aquellos que ya son sensibles al tema, es esencial cultivar la relación, dialogar con ellas mientras se camina por un parque y aprender a considerarlas como amigos muy reservados pero reales. Las sugerencias más útiles en este sentido vendrán de ellas mismas.
Si te interesa este tema, en Damanhur hemos desarrollado un curso sobre este tema
Curso de comunicación con el mundo de las plantas
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