Cómo crear relaciones de calidad

VISIÓN ESPIRITUAL
Siempre hablamos de crear relaciones «de calidad» con los demás: dentro de la familia, en el trabajo, en el deporte, en los grupos que frecuentamos, en todas partes sentimos la exigencia de vivir relaciones auténticas con las personas con las que tenemos algo que ver.
Sin embargo, a menudo, nos conformamos solo con tener «buenas» relaciones: agradables, sin peleas, de colaboración, respetuosas. «Respetuosas» significa, en muchos casos, simplemente «no conflictivas», cuidando de no invadir el espacio de los demás y dejando que cada uno se comporte como mejor considere. Pero esto no es realmente un ejemplo de relación sino sencillamente ejemplo de compartir el tiempo y el espacio de forma pacífica: es la misma diferencia que habría entre «cenar juntos» y «comer en el mismo restaurante.»
Es decir, se trata de de relaciones basadas más sobre el no invadir el campo de la otra persona, sobre el no crearse recíprocamente problemas, que sobre un verdadero cambio de experiencia, que sobre confrontación y apoyo mutuo.
Ceder una parte de uno mismo
Una relación de calidad, una verdadera relación, es una relación en la que las personas ponen a disposición, la una de la otra, los mismos sentimientos, la misma energía, la misma experiencia que permita el crecimiento de ambas. Una relación de calidad es agradable, nos hace sentir a cómodos o a gusto, hace más bonita la vida pero no se basa simplemente en el evitar cada posible problema de comunicación. Al contrario, es sincera y prevé tanto la disponibilidad a decir «lo que debe ser», incluso si no nos apetece, como el aceptar lo que los otros nos dicen aunque a veces nos pueda sentar mal íntimamente.
Este es el concepto damanhuriano de «comunidad», que es más profundo que el concepto de «vivir juntos.» El segundo se refiere a crear servicios comunes, recursos compartidos, gestión de los espacios y horarios que funcionen para todos. El primero en cambio, indica el sentirse parte de un grupo, como si éste fuese una sola criatura en la que puede crecer, divertirse o realizar proyectos juntos, porque cada una de las personas que forman parte de ella ceden una pequeña parte de si a los demás. ¿Qué significa ceder una pequeña parte de «si»? Significa fiarse, estar dispuestos a cambiar el punto de vista de uno mismo, poner en tela de juicio las propias convicciones y no sentirnos de menos al darnos cuenta de que podemos aprender algo de nuestros amigos.
Los amigos se crean
Tener relaciones de calidad es una elección, no ocurre por casualidad porque mágicamente uno se encuentre entre personas que tengan facilidad para acercarse unas a otras. Falco Tarassaco dice que «los amigos se crean, más que se eligen». Quiere decir que, tras la creación de una amistad verdadera, es decir de una relación de calidad, hay un empeño de sinceridad, de vecindad, de aceptación, que se convierte en donación. Todas estas cosas, naturalmente, nacen también de la simpatía recíproca, de las afinidades, de las pasiones comunes pero requiere también de la elección concreta de caminar hacia los otros.
Una relación de calidad, a diferencia de una relación superficial, comprende una vasta gama de emociones que pueden nacer dentro de nosotros; vasta, porque precisamente abarca emociones cálidas, agradables, reconfortantes y también emociones más arduas, que nacen cuando en una auténtica confrontación somos llamados a hablar a los demás de sus límites, de las cosas de ellos que nos crean malestar, o bien cuando son los otros los que nos hablan de eso a nosotros. Pero en cualquier caso, siempre se trata de emociones fuertemente enriquecedoras, porque son verdaderas.
¿Cuántas relaciones tienes?
A veces, solemos decir que los otros, en una relación de calidad, nos hacen de espejo: y que observando a los demás conseguimos vernos de verdad a nosotros mismos. Es cierto, pero con un pacto: que mirando a los demás logremos, por comparación, vernos a nosotros mismos y a nuestras características, evidenciadas por los parecidos y por las diferencias de aquellos que tenemos delante; pero sobre todo, que nos observemos con los ojos de los otros, es decir, acogiendo dentro de nosotros los puntos de vista y las observaciones que vienen de las personas de las que nos fiamos.
Y tú ¿de qué personas te fías? ¿Cuáles son los amigos de los que estás dispuesta/dispuesto a acoger las observaciones, aunque no te gusten? Si tienes muchos amigos así, bien. Si no, ¡ha llegado el momento de que los hagas! Comparte con nosotros tus comentarios aquí debajo.
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